miércoles, 14 de septiembre de 2011

Tercera crónica de mi viaje a Vietnam: Ha Long

He aquí uno de los lugares mágicos del planeta tierra. La bahía de Ha Long, literalmente el dragón descendente. El nombre viene unido a la leyenda, como en muchos otros lugares que recurren a la magia para justificar su belleza. La leyenda cuenta que un emperador temía por la invasión de estos territorios por parte de los chinos, así como cada vez estaban más cerca se decidió a pedir ayuda a un dragón celestial. El dragón acude con una flota de dragones y estos escupen piedras de Jade contra los invasores, y al cabo del tiempo estas piedras cristalizan en rocas haciendo que toda la flota china naufrage y creando tan espectacular paisaje.
Bonito, ¿verdad? Bueno, ahora mismo son las seis de la tarde en la bahía de Ha Long, el paisaje de las tres mil islas ( jamás hubiera imaginado que esto era tan grande).
Una orografía caprichosa y singular hace que te sientas en otro mundo. Las aguas están totalmente en calma (es difícil entender que realmente es el mar) , y ahora mismo parece ser que ningún dragón tiene intención de salir. No recuerdo muy bien la película Indochina, pero me imagino como Catherine Deneuve paseando en barco por los territorios de las colonias francesas.
Anochece por momentos y la bandera roja con la estrella amarilla (la bandera de Vietnam) ondea en la proa del barco, y la primera oscuridad deja una lámina color plomo sobre el agua. Encima de ella los últimos barcos de los pescadores remolonean y se disputan las últimas capturas, antes de dar por cerrado el día. Juan y Rafael intentan captar con la cámara el momento perfecto, la fotografía que encierre el instante. Pero eso es imposible, la bahía de Ha Long no deja capturarse. Orgullosa, sabe que puede engañar al ojo humano, porque la imagen que muestra no es ni la mitad de bella que lo que esconde.

No hay comentarios:

Publicar un comentario