viernes, 21 de noviembre de 2014

El sur también es verde: Segura de la Sierra II

La primera ruta fue la del sábado. Elegimos la que sale desde la puerta de Orcera, una de las antiguas entradas a la ciudad amurallada, en el mismo pueblo de Segura de la Sierra, todavía despertándose entre la niebla.  Se llama ruta de Los Estrechos, está dentro de un GR (gran recorrido) y tiene una dificultad media. Son 7 km de ida y 7 de vuelta. 

El tipo de firme es una estrecha senda y une Segura de la Sierra con Orcera volteando las montañas que rodean lo dos pueblos. El paisaje es precioso en otoño, con el color plata de olivares preñados de aceituna negreando, y los amarillos de los chopos y los fresnos en las riberas y en las fuentes. 

Y a los pies, todo el camino un tapiz de agujas de pino que amortiguan la pisada.

Y entre el traqueteo de las botas asoman hongos y setas camuflados entre la hojarasca. Sólo hay que caminar y caminar, dejando pies y mente al libre albedrío del bosque. 




A la vuelta los últimos kilometros de empinada cuesta se hicieron de rogar. Sólo el señuelo de las chuletitas de cordero nos empujaban hacia adelante.

La segunda ruta fue la del domingo. Esta vez era más un paseo que una ruta. Era de dificultad baja y sólo de 3 km de ida más los tres de vuelta. Se sale desde la población de Siles (área recreativa de la Peña del Olivar) y la ruta se llama Junta de los Arroyos. Vamos todo el rato siguiendo el curso de dos arroyos, el de la Canalica y el del Barranco de los Tejos.

El paseo es perfecto para ir observando la flora endémica y el pino laricio o salgareño, el pino autóctono de la Sierra del Segura. Lo dicho, un destino muy recomendable. Razones no le faltan.

El sur también es verde: Segura de la Sierra I



El sur también es verde. Lo he confirmado en un fin de semana fantástico en la sierra de Segura, en la provincia de Jaén. Bosques que no pueden envidiar al de otras latitudes. La Sierra de Segura ocupa más de dos terceras partes del Parque Natural Sierras de Cazorla, Segura y las Villas, el mayor espacio protegido de la península y reserva de la Biosfera por la Unesco.

Llegamos el viernes por la noche y nos recibió una densa niebla y una fina lluvia que hizo eterno el tramo final de nuestro viaje. Pero entre nieblas y oscuridad apareció, arriba de un peñasco, Segura de la Sierra, el pueblo elegido para pernoctar por estos lares.

Un conjunto histórico-artístico con un más que interesante patrimonio. Cuna de Jorge Manrique, el de las coplas por la Muerte de su padre, que no era otro que el comendador de la orden de Santiago en el castillo de este municipio (visita obligada). 


Recuerde el alma dormida,
avive el seso e despierte
contemplando
cómo se passa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando;
cuán presto se va el plazer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parescer,
cualquiere tiempo passado
fue mejor. 

Segura de la Sierra tuvo su esplendor histórico bajo la denominación árabe: visitar lo que queda de los baños y toda la fortificación del pueblo (el castillo, las puertas de la ciudad y las ruinas de la antigua muralla.


Otro rincón de interés es la singular plaza de toros cuadriculada. Y tampoco olvidar darse un homenaje gastronómico. El pueblo vive actualmente del turismo rural y hay mucha oferta. 

Nosotros elegimos los apartamentos rurales de La Mesa Segureña. Están muy bien equipados con chimenea y cocina con menaje. Pero no iros sin probar alguno de los platos locales como las chuletitas de cordero segureño. El apetito está asegurado después de recorrer algunas de las rutas que le ofrece al caminante esta Sierra del Segura.