miércoles, 14 de octubre de 2009

Excursiones holandesas

Si disponéis de una semana entera o más es recomendable visitar las ciudades de Haarlem o Utrech, pero si vais más justos de tiempo, podéis coger el pulso al país visitando los cuatro o cinco pueblos que hay a media hora de la capital.
Nosotros decidimos salir de Amsterdam para conocer de cerca Monnickendam, Marken, Dam y Volendam. Es la ruta por la Waterland. Desde la Estación central sale un autobús que por 7 euros el billete te permite ir subiendo y bajando por todos estos pueblos, desde la nueve de la mañana hasta la una de la noche.




Empezamos por Edam (la ciudad del conocido queso de bola), un precioso pueblo de antiguos astilleros que nos deja una estampa de bucólico pueblo holandés , con su canal bordeado de árboles que empiezan a amarillear, y una torre en la iglesia con un carrillón de campanas flamencas, que va marcando el lento y gozoso paso del tiempo.



Salimos otra vez a la carretera y nos encontramos con agua a un y otro lado, estamos haciendo de dique y los lagos que quedan a ambos lados acogen centenares de aves. Paramos en Volendam, pueblo pesquero donde disfrutar de las anguilas ahumadas y unos deliciosos arenques ligeramente marinados, casi crudos diría yo, con cebollita picada. Mejor que el sushi. El puerto, antiguo y pintoresco, casa a la perfección con las casitas de pescadores , como en Monnickendam. Y luego volvemos a la carretera, para llegar a la antigua isla de Marken, donde todas las casas son de madera y están pintadas de verde, gris o negro.



Deberia ser una excusión obligada para quien visite Ámsterdam.

martes, 13 de octubre de 2009

Un paseo por Amsterdam



Levantada sobre el agua, la capital holandesa es una Venecia de bicicletas, tulipanes y holandeses en terrazas que siempre miran al sol. Lástima que aquí el astro rey sea escurridizo y tímido, porque si no esto sería un Benidorm del norte. Y eso que Amsterdam no tiene playa, pero los alicientes culturales, la fama de tolerante, y ese entramado de canales y preciosos edificios bastan para acoger a miles y miles de turistas a lo largo de todo el año.



A mi me ha sorprendido la belleza cotidiana de la ciudad. No es la belleza academicista de Venecia ( por compararla con otra ciudad de la vieja Europa, que además comparte con ella esa lucha contra el agua), Amsterdam no es bonita por sus palacios, es bonita por sus casas abiertas a los canales. Casas a punto de perder el equilibrio es esa lucha constante de la tierra ganada al mar. Y cuando digo casas abiertas quiero hacer referencia a esa manía de los holandeses a no utilizar persianas o cortinas y dejar campo libre al voyeur que todos llevamos dentro. Y otra cosa es las medidas de las ventanas, supongo que para atrapar toda la luz posible en un país de pocas horas de sol. Solo con pasear y mirar por estos ventanales de revista, te haces una idea del día a día de los holandeses. Me ha sorprendido por ejemplo la cantidad de gente joven con hijos que hay.

Recomendable pasear, pasear y pasear. En bici y a pie. Por el barrio Jordaan, por el Voldenpark, y por el barrio Rojo (lo que menos me ha gustado, sólo los cisnes blancos nadando de noche por el canal, donde se reflejan las luces rojas, tiene algo de bonito en todo este tinglado montado de prostitución, por muy reguladas que estén las chicas).



Y entre paseo y paseo te das cuenta que Amsterdam es un ciudad complicada para orientarte; los canales
(72 kilometros) hacen curva y eso creo que me despista bastante. Y eso que es la ciudad perfecta en cuanto a tamaño. Menos mal que a los tres o cuatro dias ya te puedes orientar conociendo 4 plazas claves: la Dam, la Spui, Leidseplein y Museumplein.

Lo que no hay que perderse: la casa de Ana Frank, el Rikjsmuiseum, el museo de Van Gogh, la estación de tren y los "bruine kroegen", las tabernas "marrones" por el color de la madera donde parar a beber una cerveza holandesa. Lo demás, ya lo he dicho, patear la ciudad.