...el viaje está hecho para aquellos que no saben muy bien hacia donde se dirigen, ni conocen con exactitud lo que buscan. Está hecho para los que intuyen que encontrar no es lo importante y que cumplir un sueño puede ser, sobre todo, darse de bruces con la aventura. Es cierto que regresamos siempre, pero no debe viajarse con la intención de hacerlo. Viajar tiene algo de nacimiento. (Javier Reverte, EL SUEÑO DE AFRICA)
sábado, 24 de septiembre de 2011
Octava crónica de mi viaje a Vietnam: el Mekong
Nuestro dos últimos días en Vietnam los dedicamos al delta del Mekong, el que dicen es uno de los grandes graneros de Asia. El río Mekong nace en las mesetas del Tibet y recorre seis países hasta llegar a este delta de Vietnam, 4.800 kilómetros de recorrido de aguas marrones, que van depositando sedimentos permitiendo tres cosechas de arroz al año, y una variedad de frutas tropicales increíble: sapotes, piñas, cocos, rambután, papaya, pomelos...Dicen que el Mekong alimenta a 100 millones de personas.
El delta tiene nueve brazos o nueve dragones como dicen aquí ( Cuu Long) , nosotros nos adentramos con barca por algunos de los más de 2000 kilómetros de canales. Vemos las aldeas de pecadores y los mercados flotantes con sus barcas llenas de frutas y verduras.
Los agricultores alzan una caña de bambú en la cabina o en la proa del barco a la que atan la fruta o la verdura que venden, y así sirve de señuelo a los compradores. Marketing primitivo, pero efectivo.
El delta es un paisaje a ratos sedante y majestuoso, a ratos bullicioso y sucio, pero siempre tiene el poder de provocarte la reflexión, el pensamiento sosegado de quien se sabe de paso, pero ya va con el corazón tocado.
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