miércoles, 21 de septiembre de 2011

Sexta crónica de mi viaje a Vietnam: Hoi An

Danang es la mayor ciudad del centro de Vietnam, y pasamos por ella, camino a Hoi An. Sólo echando un vistazo uno se puede imaginar como ha cambiando esto. Danang ahora es una hilera de resorts de lujo, con campos de golf alrededor de una playa mítica. China Beach, la playa donde los norteamericanos instalaron su aeropuerto ( hoy todavía se ven los hangares) durante la guerra de Vietnam. Es la mítica playa del ataque de los helicópteros al son de Wagner en “Apocalipsis Now” (aunque en realidad donde se filmó es Filipinas).
Llegamos a Hoi An , una ciudad que sobrevivió milagrosamente a la guerra. Entre la caótica Hanoi y la desvergonzada Saigón, Hoi An me cautiva. Es una pequeña ciudad que casi no fue bombardeada y en sus calles se conservan casas antiguas restauradas.
Persianas de madera, balcones, fachadas de colores desgastados…Los tres pueblos que la habitaron: chinos, japoneses y franceses han ido dejando huella. Una de las casas (esta de la foto de la chica) es donde se rodó El Americano Impasible ( con Michael Caine, basada en la novela de Graham Green, que hay que leer antes de ir a Vietnam).
El barrio antiguo tiene un ambiente entre colonial y decadente, aunque a la vez es muy turístico. No sé porque me recordó a la ciudad de Antigua (Guatemala) aunque hablemos de culturas totalmente diferentes. Recomiendo salir a pasear bien temprano ( a las 9 de la mañana los vietnamitas llevan ya 4 horas levantados). Hoy cae un leve chirimiri que refresca la humedad del ambiente tropical y la música clásica que se oye a través de pequeños altavoces en la calle hacen del paseo una experiencia gratificante.
Tres o cuatro pagodas se esconden entre casas coloniales francesas y chinas. Muchas de estas viviendas son ahora pequeñas galerías de arte, sastrerías, tiendas de farolillos de papel, cafés y restaurantes. Un pequeño lujo en el agitado Vietnam, más si vienes en luna llena. Las noches de luna llena la ciudad de los farolillos, así la llaman, porque la gente baja al río y deposita en las aguas farolillos encendidos de papel de colores.
Tampoco hay que perderse la salida del colegio, cuando los niños vestidos con uniforme y pañuelo rojo al cuello cogen las bicicletas, y las chicas adolescentes pasean con sus elegantes “ao dai”.

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