sábado, 1 de septiembre de 2018

Cracovia: cervezas, historia, una corneta y un dragón.

Cracovia, Krakóv para los polacos, bien merece una semana para disfrutar de todo lo que nos ofrece. Estuvimos tres días y nos parecido insuficiente.
Empezamos subiendo la colina de Wawel donde nos sumergimos en la historia de Polonia  (Cracovia fue su capital hasta finales del siglo XVI) y visitamos el castillo y la catedral real.





La catedral de estilo gótico, es una preciosidad de colores vivos hasta el mismo techo, me sorprendió la cantidad de capillas adosadas , una de ellas dedicada al ya santo Juan Pablo II, la devoción hacia él se nota en toda Cracovia.



A la salida hay que gastarse los 10 zloty que cuesta bajar a la cueva del dragón. Y ese que Cracovia tiene mucho de leyenda. Y desde ahí ver la panorámica del río Vistula.



Bajamos de la colina dando un paseo para acercarnos hasta el casco antiguo - Stare Miasto (declarado Patrimonio de la Humanidad en 1978)  donde está el centro neurálgico de la ciudad, la plaza del mercado (Rynek Glowny) . La plaza mayor medieval más grande de Europa , y para mi una de las más bonitas. Una plaza con un trazado de película. En medio la lonja de los paños (medieval) , a un lado la iglesia de San Adalberto y a otro lado la basílica de Santa María donde hay que pararse a escuchar la corneta y pedir que te cuenten la historia de ese singular toque.




Tras las devastaciones de las invasiones tártaras en el siglo XII, la ciudad se defendió con un buen trazado de murallas. De esto no queda mucho, la barbacana todavía está, pero el trazado de las calles y un buen guía te permite imaginar esa vida. Os recomiendo dejarse guiar por los tours de la empresa Walkative. Nosotros hicimos con ellos el del "Casco antiguo de Cracovia"y "Cracovia Judía ".



El barrio judío Kazimierz ( donde hay que salir a cenar o de copas) todavía guarda la huella del gueto de la segunda guerra mundial . Hoy quedan siete sinagogas.

Muy interesante el museo que hoy en día ocupa lo que fue la fábrica de ollas esmaltadas de Oscar Schindler y conocer la historia de este empresario judío que salvó muchas vidas del holocausto (no la que vende Hollywood),  pero con cierto interés personal, por decirlo así. Este museo narra la ocupación nazi de Cracovia entre 1939 y 1945.


Tambien está muy interesante la farmacia de Tadeo Pankiewicz, el único polaco no judío que vivía dentro del gueto, y conocer su historia.










Y no os dejo sin contar que comer en Polonia. Codillo, sus empanadillas (pierogi) , los pepinillos  (me he hecho adicta) , el smalec ( manteca de cerdo para untar en pan de centeno) o los schabowy (chuleta de cerdo empanada) , y cerveza, mucha cerveza de medio litro en medio litro. Eso sí , es flojita y se deja beber.




Pues todo esto,
pero mucho más es lo que nos ha deparado Polska.