jueves, 29 de septiembre de 2011

Gastronomia en Vietnam y Camboya

Como siempre que me largo de viaje unas cuantas semanas vengo con unos kilos de más. Y tengo observado que es proporcional. Dos semanas, dos kilos, tres semanas tres kilos. Yo no sé como hay gente que sale por ahí y no come por no probar lo desconocido. Pero si se trata de eso precisamente. Bueno, también he de decir que yo soy muy tastaolletes y tengo buen saque. ¿Y a que sabe Vietnam? Vietnam sabe a salsa de soja y a un bulbo que se llama hierba limón (lemongrass) o citronela (me parece que debe ser lo mismo que se usa para los repelente de mosquitos). Aparte de estos dos sabores, Vietnam, sobra decirlo, es el paraíso del arroz, como en todo el sudesteasiático. El cuenco de arroz blanco es nuestro equivalente al pan. Se come en todas las comidas. Pero a parte del tradicional cuenco, el arroz aquí está presente en multitud de variedades: fideos de arroz, rollitos de arroz, licor de arroz, ...
Una ya es toda una experta en palillos, hasta para comer el popular "pho", una sopa con fideos, verdura y carne. Otra cosa a saber es que los vietnamitas casi no utilizan las sal, lo sustituyen por el mini cuenco de chile picante ,y claro como comen todo picante no necesitan añadir sal.
Pero a mi lo que más me gusta son los noodles con verdurita y gambas, y también los rollitos. No tiene nada que ver con los rollos de primavera de los restaurantes chinos. Aquí hay dos variedades; fritos o frescos. La pasta con la que hacen el mini-crep es de arroz, of course, y lo de dentro es muy variado. A mi personalmente me gustan más los de pescado y/o marisco, que los de carne.
Comen también mucha verdura, tienen infinidades de variedades de espinacas y acelgas, y siempre hay un plato "verde" en la mesa. Así están ellos, ni un solo gordo hemos visto. Lo único que echo en falta son los dulces, no son nada golosos. Pero fruta tienen a punta pala, os podéis hinchar de piñas y plátanos, hasta 17 variedades de bananas tienen.
¿Y a que sabe Camboya? Sabe a curry y a coco. El plato tradicional es el amok: es como un guiso cocinado con coco y curry y servido dentro del coco, al que vas añadiendo arroz blanco según vayas comiendo.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Mi viaje a Camboya

A Camboya la llaman la Costa Rica pobre. Evidentemente si uno llega a este país desde Vietnam, las diferencias son evidentes. Venimos de un país emergente, y llegamos a uno del tercer mundo. Así es. Camboya no tiene industria, depende únicamente del turismo que viene a ver los templos, pero os aseguro que es un país precioso, muy verde y bañado por el mar en muchos kilómetros, aquí Gil y Gil lo hubiera tenido muy claro. Hay un dato, que yo creo que es esclarecedor de la pobreza de un país, el mayor índice de mortalidad lo provoca la caída de rayos, ni el estrés, ni los accidentes de tráfico, solo la naturaleza manda.
Pero si algo conocemos de Camboya es su pasado reciente, la dictadora de Pol Pot y los jemeres rojos ( 2 millones de muertos que se dice pronto) .Todavía es fácil ver personas con piernas amputadas por las minas y carteles en los terrenos donde se trabaja para desactivarlas. Llegamos a Siem Riep, la ciudad que concentra el turismo que va a ver los templos de Angkor, y al bajar del autobús, el contraste con la humedad reinante hace que se te empañen los cristales de las gafas. Hace calor, pero aquí llevan unos días de lluvia, de hecho pillamos las últimas inundaciones del monzón, y las calles van con dos palmos de agua.
Evidentemente si uno va a Camboya va a ver los templos de Angkor, que viene a ser el mayor monumento religiosos del mundo (fueron budistas e hinduistas). La verdad es que jamás me hubiera imaginado esta extensión. Dicen que han llegado a existir unos 900 templos y que en toda esta zona vivió un millón de personas.
Ahora mismo, aunque hay países metiendo dinero para las reconstrucciones, hay templos que tiene los años contados, hay arqueólogos que dan 5 años de vida antes de que acaben de caer definitivamente. Las guerras, las invasiones de mongoles, y el abandono de esta ciudad como capital en el siglo XV, aceleraron el proceso natural de la selva. Los árboles se fueron apoderando de los templos, solo hay que ver el llamado “templo de las raices” , donde Angelina Jolie rodó Tomb Raider.
Pero a mi el que más me ha gustado es el de Bayón , también llamado de las mujeres, con sus 37 torres con las caras en tres dimensiones ( llegaron a haber 54) , y como no, el templo de Angkor Wat. También es muy recomendable visitar el museo de Angkor que han hecho los franceses, muy didáctico, y con piezas excepcionales.

sábado, 24 de septiembre de 2011

Octava crónica de mi viaje a Vietnam: el Mekong

Nuestro dos últimos días en Vietnam los dedicamos al delta del Mekong, el que dicen es uno de los grandes graneros de Asia. El río Mekong nace en las mesetas del Tibet y recorre seis países hasta llegar a este delta de Vietnam, 4.800 kilómetros de recorrido de aguas marrones, que van depositando sedimentos permitiendo tres cosechas de arroz al año, y una variedad de frutas tropicales increíble: sapotes, piñas, cocos, rambután, papaya, pomelos...Dicen que el Mekong alimenta a 100 millones de personas.
El delta tiene nueve brazos o nueve dragones como dicen aquí ( Cuu Long) , nosotros nos adentramos con barca por algunos de los más de 2000 kilómetros de canales. Vemos las aldeas de pecadores y los mercados flotantes con sus barcas llenas de frutas y verduras.
Los agricultores alzan una caña de bambú en la cabina o en la proa del barco a la que atan la fruta o la verdura que venden, y así sirve de señuelo a los compradores. Marketing primitivo, pero efectivo. El delta es un paisaje a ratos sedante y majestuoso, a ratos bullicioso y sucio, pero siempre tiene el poder de provocarte la reflexión, el pensamiento sosegado de quien se sabe de paso, pero ya va con el corazón tocado.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Séptima crónica de mi viaje a Vietnam: Saigón

Esta ciudad fue durante decenios de colonización francesa Saigón, y ahora es Ho chi Minh, aunque ni siquiera en los códigos internacionales de los aeropuertos han dejado de usar el primer nombre. Y es que sólo nombrar la palabra, Saigón, te conjuras a lo inesperado, a lo desconocido, al frenesí de una ciudad de 8 millones de habitantes y 4 millones de motos. Haceros una idea. Entonces era la urbe más importante de toda la Conchinchina francesa , después pasó a ser la capital de Vietnam del Sur, cuando en 1954 los cartógrafos de Naciones Unidas dividiesen Vietnam en el paralelo 17, y hoy es una ciudad saqueada por el boom de la construcción, pero con sus raíces bien agarradas a la tierra.
Todas las funcionarias, las estudiantes y las mujeres que trabajan en el sector del turismo visten su ao dai, esa túnica de seda con aberturas laterales y pantalones. Incluso en bicicleta u bajo la lluvia, porque ahora estamos al final del monzón y la lluvia sale a nuestro encuentro puntual cada tarde, ni eso logra bajar el ritmo de Saigón. Millares de personas frenéticamente desordenadas cruzan y vadean calles y aceras, sorteando cualquier vehiculo, y sobre sus cabezas, enjambres de ovillos de cables eléctricos amenazan con caer de postes y torres que ya son parte del escenario urbano.
Huele a pho recalentado a todas horas (el tradicional bol de caldo de fideos de arroz con tropezones de ternera ligeramente hervida y algo de verdura), porque en Vietnam no hay horarios para comer, solo el tiempo se detiene para el café en los hoteles míticos ,donde solían citarse los periodistas extranjeros, el Rex o el Caravelle , o el Majestic, donde los norteamericanos daban sus ruedas de prensa. Lo que más me sorprende de Saigón son las peluquerias con final feliz, y el mercado de Ben Thah, donde comprar relojes falsificados que al día siguiente misteriosamente dejan de funcionar.
El olor es lo primero que llama tu tención, te lo promete todo a cambio de tu alma. Y el calor: la camisa te queda hecha un guiñapo, a duras penas recuerdas tu nombre o de que huias al venir..... ( El americano impasible, Graham Green)

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Sexta crónica de mi viaje a Vietnam: Hoi An

Danang es la mayor ciudad del centro de Vietnam, y pasamos por ella, camino a Hoi An. Sólo echando un vistazo uno se puede imaginar como ha cambiando esto. Danang ahora es una hilera de resorts de lujo, con campos de golf alrededor de una playa mítica. China Beach, la playa donde los norteamericanos instalaron su aeropuerto ( hoy todavía se ven los hangares) durante la guerra de Vietnam. Es la mítica playa del ataque de los helicópteros al son de Wagner en “Apocalipsis Now” (aunque en realidad donde se filmó es Filipinas).
Llegamos a Hoi An , una ciudad que sobrevivió milagrosamente a la guerra. Entre la caótica Hanoi y la desvergonzada Saigón, Hoi An me cautiva. Es una pequeña ciudad que casi no fue bombardeada y en sus calles se conservan casas antiguas restauradas.
Persianas de madera, balcones, fachadas de colores desgastados…Los tres pueblos que la habitaron: chinos, japoneses y franceses han ido dejando huella. Una de las casas (esta de la foto de la chica) es donde se rodó El Americano Impasible ( con Michael Caine, basada en la novela de Graham Green, que hay que leer antes de ir a Vietnam).
El barrio antiguo tiene un ambiente entre colonial y decadente, aunque a la vez es muy turístico. No sé porque me recordó a la ciudad de Antigua (Guatemala) aunque hablemos de culturas totalmente diferentes. Recomiendo salir a pasear bien temprano ( a las 9 de la mañana los vietnamitas llevan ya 4 horas levantados). Hoy cae un leve chirimiri que refresca la humedad del ambiente tropical y la música clásica que se oye a través de pequeños altavoces en la calle hacen del paseo una experiencia gratificante.
Tres o cuatro pagodas se esconden entre casas coloniales francesas y chinas. Muchas de estas viviendas son ahora pequeñas galerías de arte, sastrerías, tiendas de farolillos de papel, cafés y restaurantes. Un pequeño lujo en el agitado Vietnam, más si vienes en luna llena. Las noches de luna llena la ciudad de los farolillos, así la llaman, porque la gente baja al río y deposita en las aguas farolillos encendidos de papel de colores.
Tampoco hay que perderse la salida del colegio, cuando los niños vestidos con uniforme y pañuelo rojo al cuello cogen las bicicletas, y las chicas adolescentes pasean con sus elegantes “ao dai”.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Quinta crónica de mi viaje a Vietnam: la guerra

En crónicas anteriores dije que Vietnam es verde, intensamente verde, pero también he de decir que Vietnam es lo que esconde, quiero decir, lo que hay por debajo de la superficie. En dos momentos de su historia los vietnamitas vivieron a muchos metros bajo tierra. En la crónica de ayer os hablaba de las cuevas de Pong Nha, en su día fueron un escondite perfecto. Los vietnamitas las utilizaron como hospital y arsenal en la guerra contra los franceses (estuvieron hasta 1954, casi nada) . Y en plena guerra con los norteamericanos , la más cinematográfica de la historia, los vietnamitas volvieron a esconderse para salvar el pellejo. Esta vez miles de aldeanos excavaron túneles. Entrar dentro de los túneles de Vinh Moc e imaginar como vivieron os puedo asegurar que es fuerte.
Dicen que los vietnamitas no guardan rencor porque no es bueno para el alma, pero en la guerra que los norteamericanos libraron en su país murieron 5 millones de muertos, 4 de ellos civiles.
Pero hay más guerras y más odio en su historia : las invasiones de China, los ataques de los jemeres camboyanos, las luchas entre el Vierkong y el Vietmin. Caminando hacia estos túneles todavía se pueden ver los efectos de las bombas que cayeron en el terreno, entre el bambú se observan grandes socavones que ya forman parte de la orografía.
Esta noche dormimos en Hue, tal vez la ciudad más destruida por los bombardeos; menos mal que la antigua ciudad imperial mantiene en pie su ciudadela y el palacio. Resalta en todos los templos los lacados en rojo y oro y los dragones, muchos dragones. Lo que más me gusto fue una preciosa colección de porcelanas que son los demonios representando los pecados. También hay grabados muchos poemas de Confuncio, que son máximas para todos los vietnamitas.
Aquí todo tiene una lección, una moraleja, como la historia de la tortuga y la garza, dos figuras en una, que vemos prácticamente en todos los templos. Cuenta que la garza necesita de la tierra como la tortuga necesita del agua. Pero en época de sequía la garza coge con sus garzas a la tortuga y la lleva hasta las lagunas, y en época de lluvias, la garza necesita descansar y volver a posarse sobre superficie, y es entonces cuando la tortuga le devuelve el favor, y le presta su caparazón como un trocito de tierra firme.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Cuarta crónica de mi viaje a Vietnam: Tam Coc

Nos despedimos de la bahia de Ha Long pero continuamos con un paisaje igual de espectacular. La llaman La Ha long de tierra adentro, o Ha Long entre arrozales, y es Tam Coc (que significa tres cuevas). Las mismas foramciones de escarpadas torres calcáreas, pero en tierra y rodeadas por un rio. Subimos en canoas para descubriar las cuevas y los caprichosos recovecos que esconden a lo largo del río Ngo Dong. En ls riberas pudes encontrar una imagen muy conocida en Vietnam. Los aldeanos con su gorro cónico de hoja de palmera. los ves en bicicleta camino del arrozal, agachados en el campo trabajando, o buscando piojos en las cabezas de los niños. Son imagenes habituales en este país.
Y de Tam Coc nos vamos al parque nacional de Phong Nha, que es uno de los cinco o seis patrimonios de la Humanidad que tiene Vietnam.
Aquí hay unas 300 cuevas y grutas , pero los espeleólogos sólo han explorado unos 20 km de los 70 que hay. Nos embarcamos para hacer un recorrido de dois horas por el rio y entramos a las cuevas más impresioantes. Aqui en el 2009 se descubrió la que podría considerarse la cueva más grande del mundo. Podemos decir que echamos un vistazo a los confines de la tierra.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Tercera crónica de mi viaje a Vietnam: Ha Long

He aquí uno de los lugares mágicos del planeta tierra. La bahía de Ha Long, literalmente el dragón descendente. El nombre viene unido a la leyenda, como en muchos otros lugares que recurren a la magia para justificar su belleza. La leyenda cuenta que un emperador temía por la invasión de estos territorios por parte de los chinos, así como cada vez estaban más cerca se decidió a pedir ayuda a un dragón celestial. El dragón acude con una flota de dragones y estos escupen piedras de Jade contra los invasores, y al cabo del tiempo estas piedras cristalizan en rocas haciendo que toda la flota china naufrage y creando tan espectacular paisaje.
Bonito, ¿verdad? Bueno, ahora mismo son las seis de la tarde en la bahía de Ha Long, el paisaje de las tres mil islas ( jamás hubiera imaginado que esto era tan grande).
Una orografía caprichosa y singular hace que te sientas en otro mundo. Las aguas están totalmente en calma (es difícil entender que realmente es el mar) , y ahora mismo parece ser que ningún dragón tiene intención de salir. No recuerdo muy bien la película Indochina, pero me imagino como Catherine Deneuve paseando en barco por los territorios de las colonias francesas.
Anochece por momentos y la bandera roja con la estrella amarilla (la bandera de Vietnam) ondea en la proa del barco, y la primera oscuridad deja una lámina color plomo sobre el agua. Encima de ella los últimos barcos de los pescadores remolonean y se disputan las últimas capturas, antes de dar por cerrado el día. Juan y Rafael intentan captar con la cámara el momento perfecto, la fotografía que encierre el instante. Pero eso es imposible, la bahía de Ha Long no deja capturarse. Orgullosa, sabe que puede engañar al ojo humano, porque la imagen que muestra no es ni la mitad de bella que lo que esconde.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Segunda crónica de mi viaje a Vietnam: las montañas del norte

Salimos en tren desde Hanoi hacia las montañas del norte del país, cerca de la frontera con China. Bac Ha tiene un paisaje espectacular y es donde viven la mayoría de las etnias del país como los hmong, con sus coloridos vestidos.
Los vimos en el mercado que se celebra los domingos y donde bajan aldeanos de toda la zona a comprar y vender animales, alimentos y ropa. Y ahí fue donde descubrimos que los vietnamitas incluyen en su dieta el perro y la rata de campo (que sabe a conejo), ya se sabe, sobre gustos....El mercado es increiblemente colorido: hay zonas donde venden las verduras y la fruta, otras el pescado, la carne, también hay puestos de tabaco ( en filamentos, no en cajetillas), de lana, de fideos, y un mega-comedor donde todos comen sopa de largos fideos con sus palillos.
Al día siguiente salimos a caminar. Es nuestro primer trekking del viaje. Un paseo de 15 kilómetros por las montañas del norte. El día es perfecto, está nublado y a ratos sale el sol, y ha habido dos intentos de chaparrón que se han quedado solo en eso. Supongo que este microclima tropical explica el color de Vietnam. Verde a la derecha, verde a la izquierda. Jamás hubiera imaginado qu este país fuera tan verde como Costa Rica.
El paisaje es una cadena de pequeñas montañas de picos redondeados, coronados por nubes, y jalonadas por terrazas con plantaciones de maiz, té y sobretodo, arroz. Y de vez en cuando bananos y algún cocotero. Lo que si encuentras siempre son las nubes de libélulas, dragones voladores como las llaman aquí, se cruzan en tu camino. Cuando no, un búfalo de agua, o una pequeña piara de cerditos que asustados se largan cuando ven que invadimos su terreno.
En el segundo día de trekking nos ponemos el salacof verde a lo Ho Chi Minh (los franceses lo introdujeron, pero el suyo era blanco, y los del Vietcom lo pintaron de verde militar) y emprendemos camino. Este sombrero es casi una seña de identidad, como el pañuelo rojo que los escolares llevan al cuello.
Hoy dejamos el hotel para dormir en una casa de una aldea, preparada para tays, es decir, en vietnamita, para extranjeros. Tatami y mosquitera para dormir como un bendito. Pero antes esperamos la merecida cena jugando a las cartas en la terraza y viendo llover. Yo de mayor quiero ser "viajanta".

jueves, 8 de septiembre de 2011

Primera crónica de mi viaje a Vietnam: Hanoi

Antes de salir de casa le di un vistazo rápido al globo terráqueo. Busqué Madrid y busqué Hanoi. Entre ellas mi palma de la mano totalmente extendida no llegaba a unirlas. En total son 13 horas y media de vuelo lo que separa a estas dos ciudades. Un abismo de kilómetros que sobrevolamos en un sospechosamente remendado avión de la compañia Vietnam Airlines. En el trayecto no puedes deja de mirar de vez en cuando la ruta marcada en las alturas. Sobrevolamos ciudades con nombres míticos y evocadores : Mandalay, Samarcanda, Udaipur...Y por fin llegamos.
En realidad estoy en la Conchinchina, ¿os suena?. Tal vez no, porque es una expresión ya en desuso, pero todavía a los de mi edad nos suena eso de "estar en la Conchinchina" para referirse a un sitio muy lejano. Bueno, pues aquí estoy, en la Conchinchina. La Conchinchina es un territorio situado en el sudeste asiático, más concretamente en el extremo meridional de la península de Indochina, donde actualmente se situan Vietnam y Camboya. El origen de la expresión se remonta al XIX, cuando varios misioneros españoles y franceses fueron asesinados en este territorio, y se destinó allí una expedición de militares franceses y españoles. Las tropas españolas permanecieron cinco años en la zona, y de ahí comenzó a difundirse la expresión de "estar en la Conchinchina".
Resumiendo, y sin más rollo : que estoy en Vietnam. Empiezo mi viaje por el norte e iremos bajando hasta el sur, para luego pasar a Camboya. Como os decía empezamos por la capital, Hanoi, una urbe donde las motos son las reinas del asfalto y de las aceras. El ruido de los claxones es la eterna melodia de la ciudad y cruzar la calle es ni más ni menos que toda una proeza que jay que realizar sin pensarselo dos veces. Tu echas pa'lante y ellos ya te veran.
Pero a veces hay atropellos, natural, no hay normas de circulación, las aceras están invadidas por chiringuitos y más motos, y al final vivimos en nuestras propias carnes dos leves atropellos. Era sólo un aviso de lo que nos espera en una ciudad donde los semáforos cerrados son una pole position abigarrada de vehículos a dos ruedas con dos, tres, cuatro y hasta cinco pasajeros. Se ven pocos coches y ningún policía o autoridad similar. La foto fija del ciudadano de Hanoi es el motorista con casco y mascarilla.
Hanoi esta dividida en dos : conserva su viejo barrio medieval (Pho Co, la zona de las 36 calles) y también los bulevares de villas francesas (fue protectorado francés) en el barrio de Ba Dinh (en la foto,la ópera). Nosotros empezamos la visita a la ciudad dando un paseo por las bulliciosas calles buscando el lago de Hoan Kiem, donde se encuentra el teatro de la marionetas acuáticas.
A la mañana siguiente visita al Templo de la Literatura y al mausoleo de Ho Chi Minh. Vietnam está fuertemente unida al que se considera uno de los héroes de la nación. Por cierto, si quereis sentiros millonarios, venir a vietnam: un millón de dongs vietnamitas son unos 50 euros. Entrar a cambiar la moneda a un banco y salir con dos o tres pares de millones en los bolsillos tiene su " no se qué". Millonaria por unos dias.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Berlín, parte 2

Dicen que hay que aprender la lección. Que la historia no ha de repetirse. Sólo hay que dotarla de significado. Tal vez por eso, Berlín recuerda a cada rincón que es lo que pasó en este país. Aunque tal vez no sea tan necesario, la historia de Alemania es tan, tan reciente, que es difícil no recordar. Pero lo que más sorprende es como puede nacer de nuevo , esa capacidad de rediseñarse. Pero si uno lo piensa, no lo tenían muy difícil, esta es tierra de genios como Lucien Freud, Ernst Lubitsch, Helmut Newton, los hermanos Grimm, Albert Einstein o Marlene Dietrich. Por Berlín es fácil pasear e ir hilvanando los capítulos de su historia: el nazismo, la guerra fría, el bloqueo, el muro.... A mi especialmente me ha gustado el significado del edificio de la Nueva Guardia, en cuyo interior se puede ver una escultura, una pietat, una madre sosteniendo a su hijo muerto. Me contaron la historia. La escultura es de Kathe Kollwitz, quien vivió dos guerras mundiales, en la primera perdió a un hijo, en la segunda a su marido, y a su nieto. Esta escultura tiene un lucernario abierto, cuando llueve, la única que se moja es la escultura y parece que llora. Bajo la escultura hay cuatro cuadrados , en ellos se guarda tierra de 9 campos de batalla, 9 campos de concentración, las cenizas de un soldado desconocido y las de un preso de un campo de exterminio. Tal vez no sea tan impresionante como el Monumento al Holocausto (construido encima del bunke donde se suicida Hitler) con sus enormes bloques de granito , pero para mi es mucho más sentido. Como emociona oir las historias de la gente que del día a la mañana (eso tardaron en levantar el muro) se quedaron sin ver a hijos, familiares o amigos. O más todavía, las historias de los que se las ingeniaron para saltarlo, como la famosa foto del soldado que salta la alambrada aprovechando que su compañero, con quien hace la guardia para que nadie escape, está despistado.
Este agosto se han cumplido los 50 años de la construcción del muro. Y ahora mismo en muchos puntos de la capital alemana hay exposiciones. Un buen momento para ir.




martes, 23 de agosto de 2011

Berlín, parte 1

Hay ciudades que viven de su historia. Ciudades que son lo que son por lo que fueron. Pero, llego a Berlín y me encuentro una ciudad que es lo que es, porque su historia es todavía su hoy. No hace mucho el alcalde de Berlín dijo aquello de: Berlín es pobre pero sexy. Y sólo hay que pisar sus calles para dejarse seducir por una de las urbes con más encanto de toda Europa. Una ciudad destruida y reconstruida como un Legoland gigante. Yo sólo he estado cinco días pero prometo que volveré, porque Berlín es inabarcable y quedan pendientes mil cosas. Pero os dejo unos apuntes rápidos e imprescindibles por si os sirven de ayuda.

El primer día se debe hacer una visita guiada para comprender a pie de calle los porqués de esta ciudad. Os recomiendo la agencia Cultourberlin y el guia Ricard. Salen todos los días visitas guiadas diferentes a las 10 de la mañana en la Torre de TV de Alexanderplatz. Hay un tour básico, pero otros muy recomendables como el especial Guerra Fria y Muro, campo de concentración de Sachsenhausen, o el del barrio judío.

Si os interesa la arquitectura dar una vuelta en barco por el Spree. Os hacéis una idea de la ciudad y es un paseo muy agradable. Y ya, con una visión en conjunto, estáis preparados para perderos por la ciudad.

Aprovechar la excusa de estar en Berlín para romper la dieta y beber cerveza y comer salchichas, como la popular currywurst, pero hay otras cocinadas con cerveza o vino que están de impresión. La guarnición con chucrut o puré de guisantes también muy aconsejables. No dejar de probar el eisbein (codillo de cerdo) y una especie de albondigas gigantes, las verhandlungs. Recomiendo cenar una noche en Zeugen Aussage, el sitio es muy auténtico. Tampoco olvidar probar el pastel de manzana, el strudel de manzana. Comer es barato, pero las bebidas, ya sea agua, cola o cerveza no bajan de los 3 euros.

Pasear en bici o caminando por el Tiergarten, antiguo pabellón real de caza y verdadero pulmón verde que los berlinese saben disfrutar. No volver sin echar la siesta en alguno de los rincones de este macro jardín. Pasear también por las orillas del rio, donde las hamacas de los barecitos que ponen en verano invitan a quedarte. A los berlineses les encanta tomar el sol al lado del rio.

Reservar la visita a la cúpula del Reichtag, diseñada por Norman Foster, días antes de ir a Berlín, es difícil conseguir entrada si es verano. Berlín está petado de turistas.
Bueno, mañana os hablo de más cosas: del muro, del holocausto, de la mania de los berlineses por disfrazarse los fines de semana....