martes, 21 de agosto de 2012

New York, 450 euros I/V con Iberia


La aerolínea Iberia ha lanzado en su campaña cuyo lema es 'los que corren, vuelan', billetes a destinos como Nueva York por 450 euros, según ha informado la compañía este martes en un comunicado.
El período de compra para adquirir los billetes finaliza el próximo viernes 24 de agosto y solo se puede volar en fechas concretas entre los últimos días de agosto, el mes de septiembre y principios de agosto.
Los destinos elegidos son Nueva York, R
ío de Janeiro, Colombia, Boston, México o Panamá, entre otros, por 450 euros ida y vuelta, todo incluido.Asimismo, en Europa se puede volar a Lisboa por 59 euros y Berl
ín y Amsterdam por 79 euros ida y vuelta.Respecto a viajes por Espa
ña se pueden encontrar billetes de ida y vuelta a La Coruña por solo 59 euros, con todo incluido.En esta campa
ña también se incluyen plazas en vuelos de Iberia Express a Alicante, Málaga o Granada por 59 euros. Asimismo, también hay plazas en vuelos de Air Nostrum: Bilbao-Sevilla o Madrid-Murcia por 59 euros, o Madrid-Burdeos y Madrid-Estrasburgo por 79 euros entre otros.

domingo, 19 de agosto de 2012

Veraneo en un pueblo italiano al pie de las montañas. (2ª parte)

Este verano seguro que habéis visto un spot televisivo de Aquarius donde se invita a pasar el verano en un pueblo. Con la crisis este modo vacacional "all inclusive" se ha vuelto a poner de moda. Cuando vivíamos por encima de nuestras posibilidades (unos mas que otros) íbamos a Cancún y a Nueva York, ahora Peralejos de las Truchas (Guadalajara) es un destino "top ten".    
 
Así que yo, malacostumbrada a lagarme a otro continente en busca de aventuras y nuevas civilizaciones , me he ido a un pueblo a redescubrir la civilización del dolce far niente. Pero no he ido al mío. No. Que por cierto es donde veranean millones de personas. Me he ido al de la madre de mi cuñado, es decir, la "nona" de mis sobrinos. Un pueblo italiano llamado Villalatina que está en el Lazio, en plena montaña, en el valle del Comino. A una hora larga de Roma y una hora corta de Nápoles.
¿Y que he hecho yo en un pueblo italiano? Dormir, comer, pasear, volver a comer, y volver a dormir, básicamente. Es decir, las típicas vacaciones rurales estilo mediterráneo. Tan rural como que hay que lavar la ropa en el lavadero de la fuente, tan de pueblo, como que los funerales se anuncian con carteles en los paneles municipales de los caminos, tan casero, como que vecinos y familiares te traen parte de sus cosechas de tomates, patatas o vino. Tan adorablemente campestre como que el heladero artesano (de unos 80 años) pasa con la furgoneta a venderte el helado a la puerta de tu casa. 

 Pero todavía hay más cosas en positivo: la desconexión. Esclavos ya de las redes sociales, del ordenador y del teléfono, es un gusto desconectar del mundo exterior. En el pueblo solo teníamos “wifi” en el bar, por tanto las noticias me han llegado dosificadas y con ese extraña caducidad que produce el no estar conectado perennemente. Esto corrobora que aquí el tiempo tiene otro ritmo. El reloj se desacelera y entramos en un “stand by” cómodo y amodorrador.

Veraneo en un pueblo italiano al pie de la montaña (1ª parte)



El valle del Comino está rodeado de montañas
(los Apeninos). No sé si el Marco de nuestros dibujos animados, que tanto nos hizo llorar, era de por aquí, pero seguramente, porque ésta es una tierra de
emigrantes. Gente que  desde el siglo XIX no ha aparado de moverse por
Europa y América para ganarse el pan. Por eso cuando llega agosto cada uno de estos pueblecitos (Villalatina, Casalattico, Sora, Atina, Picinisco, etc)
triplican su población con irlandeses o escoceses que vuelven al pueblo de sus padres y abuelos.
Esto da origen a las fiestas que alrededor del 15 de agosto (el ferroagosto) se celebran por estos pagos. La Irish fest de Cassalattico o la Scottish fest de Villalatina. El inglés y los “fish and chips”  (es el negocio de muchos de estos italianos allí)  se adueñan de estas calles. Se hacen fiestas con música en la calle y la Moretti o la Peroni dejan sitio a las Guiness por unos días. 



Pero la cultura y tradición del Lazio italiano no se deja arrinconar y nos ha dejado demostraciones tan auténticas
como el Festival de la Zampogna de Villalatina, una ocasión para escuchar las gaitas típicas de la zona, algo así como la música del gallego Carlos Núñez, y por extensión, el Folk de la región. Valses y mazurcas para bailar en las noches de agosto. Por cierto, noches a 19 y 20 grados.

Otra ocasión auténtica y genuina son las ferias del vino, la "sagra" que llaman ellos. La Sagra del Vino de Atina (CatinAtica) o la sagra del cabernet de Gallinaro. Esta última un
acontecimiento que si no van cuidado se convertirá en otra"Tomatina".  Vas por la calle visitando todas las cantinas que son las mini-bodegas, o mejor dicho la
micro-producciones de vino local de los vecinos. Abren las puertas de sus casas para dar a probar su vino. Sólo has de pagar 7 euros para que te den una copa que has de guardar para ir pidiendo vino por todas las cantinas de manera
gratuita. Las calles van abarrotadas de gente con la copa en la mano, cantando y bebiendo. Como en España, aquí todo va acompañado de su vertiente gastronómica. Hay puestos en las calles donde comer pizza con mortadela (cualquier parecido con nuestra pizza es pura coincidencia) , gnocchi al tartufo (trufa), polenta o pasta e fagioli.

Mi hermana y mi cuñado tienen la suerte de dejarse caer por allí todos los años. Yo espero repetir.