Es imposible no quedarse con la boca abierta tras entrar al templo y subir la vista hacia los frescos. Se despliegan sobre 2.000 metros cuadrados de bóvedas, nervios y columnas. Son las pinturas de Dionís Vidal que pintó en los últimos años del siglo XVII que vuelven a tomar color.
Desde su restauración a San Nicolás se le llama la “Capilla Sixtina valenciana”. No se trata de compararla con la obra de Miguel Ángel, pero si que es verdad que lucen increíbles los colores recuperados en los 1.904 metros cuadrados de superficie muy irregular, frente a los 800 metros cuadrados del cielo de la capilla más famosa de la Basílica del Vaticano.
El coste de la rehabilitación ha ascendido a 4,7 millones de euros y ha sido sufragado íntegramente por la fundación privada de Hortensia Herrero, esposa de Juan Roig, presidente de Mercadona.
Es tradición ir a esta iglesia todos los lunes para pedir algo de fortuna, al santo protector de los niños y de las necesidades económicas de la familia. De hecho las pinturas narran la vida y milagros de san Nicolás, del que se cuenta que sacó de la miseria a un padre y de la prostitución a sus tres hijas, entregándole dádivas anónimamente, lo que dio origen al mito de Santa Claus.
Es tradición ir a esta iglesia todos los lunes para pedir algo de fortuna, al santo protector de los niños y de las necesidades económicas de la familia. De hecho las pinturas narran la vida y milagros de san Nicolás, del que se cuenta que sacó de la miseria a un padre y de la prostitución a sus tres hijas, entregándole dádivas anónimamente, lo que dio origen al mito de Santa Claus.
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