miércoles, 13 de marzo de 2013

Dónde comer en París por 13 euros

El joven poeta y periodista Lucien de Rubempré frecuentaba, según el estado de su economía, distintos restaurantes para almorzar en París. Uno de ellos, por ejemplo, se encontraba junto al céntrico Palais Royal y la cuenta le solía costar el equivalente a un “mes de su existencia” en Angulema, su ciudad natal. Otro estaba situado en el barrio Latino, pero pagaba la mitad, e incluía vino en jarra, o cerveza. Esto ocurría en la ficción, en las páginas de la novela Ilusiones Perdidas, de Balzac. Hoy en día, las propuestas para comer bien en la capital francesa por precios asequibles son muy diversas. Aquí proponemos una selección de diez locales con una oferta de platos por un máximo de 13 euros.

1. L'Espérance

Inmueble de toldos verdes y lucecitas discretas en la noche. Cierra los fines de semana. En su pequeño y ameno comedor es improbable escuchar otro idioma que no sea el de Voltaire. La variedad de postres, de factura propia, es altamente recomendable. La sede de la editorial Gallimard, panteón de las letras francesas, se encuentra justo en diagonal. Por tal razón, sus editores gravitan a lo largo de la tarde entre políticos y profesores universitarios, en un entorno de anticuarios y galerías de arte. Una buena opción para el viajero que dedique el día a visitar los cercano museos del Louvre o d´Orsay. La comida denota frescura. La atención, familiaridad (36 rue de l'Université).

2. Pho Tai

Los recuerdos de las descripciones de la escritora vietnamita Duong Thu Huong sobre las exquisiteces de la comida de su país saltan a primera fila nada más entrar en este restaurante de fachada singular. Emplazado justo al lado del metro Maison blanche, la cacofonía del local contrasta con los desangelados comedores de algunos restaurantes parisinos. Cierra los miércoles y los domingos conviene llegar con tiempo. Las sopas humeantes y los noodles, el arroz siempre compacto, el picante y el anís, o el tradicionalphô, entre otros, cierran la cuadratura (13 y 18 rue Philibert Lucot).

3. Le felteu

Un cartel sobre la puerta de este pequeño espacio del barrio Le Marais advierte: "On n'a pas des métiers faciles" (No tenemos oficios fáciles). Un aviso directo. De entrada, no es raro toparse con una aparatosa motocicleta que preside, en forma de obstáculo, el portal. No suele haber mesas disponibles, por lo que se aconseja reservar con antelación. Y de vez en cuando hay que insistir para que el plato llegue a buen puerto. En todo caso, y teniendo algo de paciencia, la comida resulta ser un exquisito descubrimiento. No se aceptan tarjetas de crédito (15 rue Pecquay).

4. Waly-Fay

La comida que se sirve aquí es de África occidental. Más concretamente, de Senegal. Abierto de lunes a sábado desde las 19 horas hasta las 2 de la madrugada, la carta ofrece entre sus opciones el conocido maffé de pollo con crema de cacahuete acompañado por una ración de arroz, o la Pepe-soup con attiéké, que es un cuscús elaborado a base de yuca, tubérculo que se cultiva especialmente en América Latina, África y Asia. (6 rue Godefroy-Cavaignac).

5. Chez Gladines

La gastronomía del suroeste francés, cocina del País Vasco, trasladada a las inmediaciones de un apacible arrabal parisino. Que nadie se tome el tiempo de buscar el teléfono, no reservan mesas; tampoco se aceptan tarjetas de crédito. No existe el concepto de mesa individual, hay que prepararse para compartir con otros comensales. El plato del día cuesta 8 euros y las porciones cumplen draconianamente los requisitos para un sustancial banquete en la aldea gala de Astérix y Obélix. Cerca de la salida del metro más cercano, Corvisart, se encuentra el soberbio edificio del diario vespertino Le Monde, cuya fachada ilustró el dibujante Plantu (30 rue des Cinq- Diamants).

6. Crêperie Josselin

Chateaubriand nació en Bretaña y murió en París. Tanto la sidra de su región, como los crêpes, que se supone son originarios de esta zona del norte de Francia, gozan de insondable acogida. La Crêperie Josselin recrea el ambiente de una fonda bretona. Administrada por Madame Bénuezi, el establecimiento, de mosaicos y platos esmaltados, va camino de convertirse en icono parisino. El menú del medio día consiste en dos crêpes y algo de sidra por 10 euros. El viajero que llegue y salga de la Gare-Montparnasse hallará a corta distancia este animado y apetitoso rincón (67 rue du Montparnasse).

7. Bistró L’entrepot’s

Joven local con solo nueve años de existencia, se trata de un santuario de objetos curiosos. Este bistró rescata para los artistas y vecinos de la zona algunas costumbres típicas, en otros tiempos, de la vida de barrio, y propone las suyas propias. A saber, buen vino a precio reducido y buena mesa de corte tradicional francesa. Si a eso le añadimos tardes ocasionales de jazz y exposiciones temporales de pintura, serán argumentos suficientes para visitar este enclave bellevilloise. (2 rue Sorbier)

8. Les Trois Frères

Tengamos los barrios de Goutte d'Or y Barbès como eje de referencia. Dos atmósferas en constante ebullición, con fuerte acento del Magreb y de antecedentes populares. Este es un local modesto donde se sirven, entre otros platos recomendables, sardinas en aceite, mejillones rellenos y Sidi Brahim, sabroso vino de Argelia. El local lleva 30 años en servicio y dispone de una barra donde aún quedan acodados algunos chibanis,que en árabe argelino se refiere a personas mayores, mientras beben un té en tiempos lentos (14 rue Léon).

9. Catz café

Pequeño local de composición ecléctica. Cierra los lunes. El plato del día (12 euros), las ensaladas y tartas saladas merecen atención. En una pared hay un estante con portarretratos y libros de ocasión. Pequeñas lámparas cuelgan sobre las mesas de cocina china (57 rue Rodier).

10. Chez Léon

Buena parte de los bistró de toda la vida han pasado a manos de grandes administradores y cadenas con músculo financiero, que se han encargado de uniformizar, hace ya años, una de las referencias más vistas de la ciudad. Chez Léon va a contracorriente. Mobiliario de material imbatible y a prueba de batallas, dispuesto siempre con sus manteles a cuadros rojos. Lugar oficial de encuentro desde 1934 para el sindicato de transportadores francés, este con reminiscencias de la vieja clase obrera se halla en una calle algo desapacible de una zona muy poco desapacible, el arrabal Saint- Lazare. La atención corre por cuenta de cuatro generaciones de mujeres de la familia Grange, que se dividen tareas desde que se hicieran cargo de los fogones en los años 60 (5 rue d'Isly).

(Información publicada en el suplemento El viajero del diario El País)

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